A TODOS NUESTROS CUIDADORES
Amigos queridos:
Hace algún tiempo, todos nosotros vivíamos y sentíamos de manera diferente el viaje de nuestras vidas y, ¡cómo no!, amábamos, reíamos y trabajábamos duramente para que a los nuestros no les faltara de nada.
Fuimos niños que jugaban llenando de alegría nuestros hogares. Hicimos muy felices a nuestros padres y también a nuestros abuelos. En ocasiones llorábamos.
Fuimos jóvenes románticos y enamorados que vimos nacer y crecer a nuestros hijos e hijas. Los tuvimos en nuestro regazo calmando sus llantos con ternura, alimentándoles, cuidándoles y mimándoles hasta que fueron adultos.
Nosotros hemos ocupado nuestro sitio en la sociedad, en nuestros pueblos, en nuestros trabajos. En una palabra, ¡hemos vivido!.
Hoy, todo eso ha cambiado, nuestras vidas llenas y felices se han detenido como un tren que viaja con rumbo fijo, pero hace un lato en no se cual estación para decir que no va más allá. En mitad del trayecto y sentados en nuestro asiento asistimos a lo que podemos llamar la pausa de nuestras vidas. Por la ventana podemos ver el nombre de la estación: "Alzheimer". Sí, esa palabra que nadie quiere pronunciar, es la que ahora nos rodea con sus garras. Pero aún en medio de tanta desolación ¡gracias!, sí, ¡muchas gracias! a todos los que con cariño están a nuestro lado dándonos su mano amiga. Siendo nuestros brazos, nuestras piernas, nuestros oídos, nuestra lengua, nuestra mente. Sólo puede salir de nuestras entrañas una palabra: amigos queridos, amigos de verdad. Vuestro amor es dulce, muy dulce y hace que esta pausa de nuestras vidas sea más llevadera: Poco podemos hacer ya. Poco es también lo que podemos decir, o tal vez aún quede en nuestra memoria esa gran palabra ¡GRACIAS!.
José Luis (Familiar de un enfermo de Alzheimer)